¿Alguna vez has mirado al cielo para tratar de “leer” cómo estará el día? ¿Para saber si necesitarás una chamarra, llevar paraguas o simplemente percibir si hará mucho calor? Esa costumbre no es extraña, sino que forma parte de la antigua tradición de observar los cambios celestes.

 

Cada cultura o civilización desarrolló sus propios sistemas de conteo del tiempo y sus métodos para conocer los cambios naturales, estacionales y celestes. La necesidad humana de conocer el clima tiene fundamento no solo en la supervivencia, sino en el entendimiento de los buenos tiempos para el cultivo.

 

Bajo ese argumento, desde el sur de España se extendió la tradición de “las cabañuelas”: un proceso que se utilizaba para predecir el comportamiento meteorológico a largo plazo.

 

Cómo funciona

“Mi abuela se levantaba temprano los primeros días y observaba al cielo; luego, hacía sus cuentas y nos decía cómo estaría el año”, explica Doña Gloria, quien a sus 74 años de edad aún le cuenta a sus nietos de qué tratan las cabañuelas.

El método es sencillo y tiene como objetivo determinar el clima de cada uno de los doce meses del año. Si deseas llevarlo a cabo, solo requieres de un lápiz, una hoja para anotar, paciencia y observación.

Existen tres conteos que utilizan a cada uno de los 31 días del mes de enero como referencia.

En el primer conteo, los primeros doce día de enero corresponden a cada uno de los meses del año en orden progresivo, es decir, el día 1 equivale a enero mismo, el día 2 a febrero, el día 3 a marzo y así sucesivamente.

 

Según la tradición, si en un día llueve no quiere decir que todos los días del mes correspondiente sean lluviosos, pero sí en su mayoría.

Según la tradición, si en un día llueve, no quiere decir que todos los días del mes correspondiente sean lluviosos, pero sí en su mayoría.

 

El segundo conteo es similar, pero en orden regresivo; comienza el 13 de enero y concluye el día 24, siendo el 13 equivalente a diciembre y el 24 a enero.

 

 

Finalmente, después del 24 de enero, se cuentan dos meses por día: medio día para un mes y medio día para el siguiente. Es decir, el tercer conteo comienza con el 25 de enero, que equivale a enero y febrero.

 

 

Al final del mes de enero se hace una media de las tres observaciones y se obtiene una proyección climática completa de año.

Realizar el primer conteo es la forma más rápida y general de llevar a cabo “las cabañuelas”, aunque hay personas que aseguran que un cuarto conteo es posible: cada dos horas del día 31 corresponden a un mes.

 

 

No solo es llevar una bitácora del clima en cuanto al comportamiento de la lluvia o si es un día soleado, sino que se trata también de observar la forma de las nubes, la dirección del viento, la humedad y hasta la presencia de niebla o rocío.

Mis abuelos nos decían las cabañuelas les eran muy útiles: ellos solían anotar todo el mes de enero para ver cómo sería en todo el año y casi siempre coincidía”, afirma Elena, hermana de Doña Gloria.

 

¿Y la ciencia qué dice?

El método de las cabañuelas no es oficial. Según el Coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, el Dr. Carlos Gay García, el conteo no tiene ningún sustento científico y corresponde más a una creencia.

 

Entonces…

En la actualidad, aunque existen herramientas que predicen el clima con certeza, algunas personas conservan la tradición de las cabañuelas por motivos culturales. Si bien no es un método respaldado, aún se practica en su país de origen y en otros de América Latina, tales como México o Chile.

 

Sean veraces o no las cabañuelas, son una huella de los primeros esfuerzos por comprender al planeta y nunca está de más poner atención a los días de enero para comprobar esta antigua teoría. En este link podrás encontrar la predicción para 2019.

Daniela Rodríguez Martínez