La gran barrera coral, ubicada en Australia es el mayor arrecife coral del mundo, territorio que se extiende a lo largo de 2 mil 600 kilómetros y puede ser apreciado desde el espacio. Se trata de una región donde habitan alrededor de mil 800 especies distintas de peces, 125 de tiburones y más de 500 especies de moluscos. También, para la cultura pop, en la zona donde se desarrollan las películas de Pixar Nemo y, posteriormente, Buscando a Dory.

Es un lugar conocido por las paradisiacas playas de Queensland y de Whitsundays, a las que asisten miles de turistas al año a disfrutar el sol.

Sin embargo, en los últimos meses estos destinos turísticos se han visto afectados por una serie de acontecimientos que parecen salidos de una película de ficción: una ola de ataques de tiburones.

Los incidentes se han vuelto comunes este 2018, en el que ya van registrados 37 ataques de tiburones contra las personas. Tres de estos ataques han sido mortales y los demás resultaron en heridas graves.

Primero, en septiembre se reportaron dos ataques seguidos: una mujer de 46 años y una niña de 12 años fueron mordidas en incidentes separados en un lapso de 24 horas.

Ante estos hechos, como el caso de ataque 34 y 35, respectivamente en el año, las autoridades autralianas tomaron la determinación de sacrificar a seis tiburones de la costa.

Sin embargo, la medida no marcó el final del problema. En noviembre los ataques volvieron. Los rescatistas de la costa precisaron que un hombre, de 33 años, había sido gravemente herido en las piernas y un brazo, en un ataque ocurrido el lunes por la tarde en el archipiélago de las Whitsundays, frente a Queensland. Posteriormente falleció en el hospital al que había sido trasladado en helicóptero, según la cadena de televisión pública ABC en Australia.

El más reciente caso reportado, fue el que aconteció dos días después de la muerte del hombre de 33 años. El asistente académico Lee Jonsson, de 43 años, fue mordido en la playa Shellyen Ballina, en el estado de Nueva Gales del Sur.

Las autoridades australianas no saben explicar el fenómeno del incremento del ataque de tiburones este año, sin embargo han tomado precauciones, advirtiéndoles a los turistas de no meterse a ciertas zonas del mar, no practicar deportes acuáticos, ni tirar basura al mar.

Australia ahora piensa en una tecnología que pueda prevenir todos estos accidentes y ya trabaja en un aparato llamado  ‘Cleverbuoys’, boyas que identifican objetos bajo el agua. Estos dispositivos tienen una CPU y un módem que se conecta a un proveedor de telefonía móvil, con una conexión vía satélite. ​

El software, hecho por Tritech Internacional, con sede en el Reino Unido, está diseñado para medir un nivel de probabilidad de que un tiburón – definido como un objeto autopropulsado de dos metros- esté cerca. Las ‘Cleverbuoys’ ya se han ensayado en Australia Occidental y se planea un ensayo adicional de 30 días durante este verano en Sydney.

En un caso aislado, en Australia también se reportó un caso de muerte por el agijón de una mantarraya. El hombre fue identificado por la cadena australiana ABC como Nicolas Ricketts, un plomero que había servido en la Armada australiana. Se considera que los taques de mantarrayas a humanos son extremadamente raros.