Hasta 2017 San Gregorio Atlapulco era conocido especialmente por ser un centro de comercio entre los barrios y pueblos de Xochimilco. Pero todo cambió el 19 de septiembre de ese año. Ese día, su nombre se volvió sinónimo de la devastación.

A las 13:14 horas, un sismo de 7.1 de magnitud golpeó el centro y sur de México, con un saldo de 369 muertos y decenas de miles de damnificados.

Entre las zonas más afectadas de la capital mexicana estuvo San Gregorio, donde las calles se abrieron, las paredes se agrietaron y los techos de comercios y casas colapsaron. Al menos ocho personas fallecieron y decenas quedaron atrapadas bajo los escombros por horas o días, hasta que fueron rescatadas por las cuadrillas de topos, del Ejército o de voluntarios.

A un año del movimiento telúrico, visitamos este pueblo originario de Xochimilco. Era un sábado de tianguis. El número de puestos y el ajetreo evidencian la paulatina recuperación de la comunidad, pero las cicatrices del temblor son evidentes.

Insurgentes, una de las vialidades principales, está salpicada por escombro: aquí, un ladrillo suelto, allá, una pequeña montaña de cemento, más adelante, un pedazo de barda.

Diversas calles se encuentran en proceso de reconstrucción, pero también ya hay casas nuevas que han sido entregadas a los damnificados. Se trata de viviendas de dos pisos, pintadas con una diversidad de colores, que se distribuyen por todo el poblado.

Miguel Ángel Serral de Juárez, damnificado por el sismo del 19 de septiembre de 2017. FOTO: David Nicolás.

 

Fue en el Callejón Número 13 donde encontramos a Miguel Ángel Serral de Juárez, quien después de haber perdido su patrimonio hace un año, hoy estrena casa.

Al arribar a su domicilio, lo hallamos trabajando: está levantando la barda exterior de su hogar. Ya le falta poco para terminar.

Hace una pausa, nos voltea a ver y comparte el dolor por la pérdida de aquel 19 de septiembre.

“Da tristeza ver (el daño). Todo esto eran dos plantas, todo esto era una casa grande, dos cuartos eran muy grandes, era un patrimonio que mis padres con tanto esfuerzo hicieron. En segundos, todo se vino abajo”, describió.

Asimismo, recordó, con tono nostálgico, que ese día había llegado de recoger a su nieto de la escuela y se disponían a tomar una siesta cuando empezó el sismo.

 “Ya no pudimos salir, mi nuera quedó adentro con mi nietecita, yo y mi nieto estábamos en el patio”, relató. “El movimiento fue espantoso, nunca habíamos sentido ese tipo de movimientos”.

La casa colapsó parcialmente, y sus habitantes quedaron atrapados, pues las bardas de los vecinos se habían derrumbado y bloqueaban lo callejones de la zona. Tuvieron que aguardar el arribo de rescatistas quienes derribaron un zaguán para permitirles salir.

En San Gregorio sus habitantes no recuerdan un sismo tan devastador. Pese a que el terremoto de 1985 tuvo una magnitud más alta, de 8.1, y generó una mayor destrucción en la Ciudad de México, en esta zona, al sur de la urbe, el daño que causó fue limitado.  

Callejón en San Gregorio Atlopulco, en donde la barda cayó impidiendo la evacuación de la familia Serral durante el sismo. FOTO: David Nicolás.

 

Pero Miguel Ángel no se detiene en el pasado. Ahora cuenta con una agradable casa de color rojo, en cuya entrada se observa una placa de la Fundación Carlos Slim.

“Gracias a la fundación de la compañía de Carlos Slim porque ya tenemos algo donde descansar, porque anteriormente lo hacíamos en la calle o en el atrio de la iglesia; nos íbamos a sentar, pasándonos el frío, pasándonos el calor, el agua”, rememora.

La casa cuenta con una pequeña cocineta, área de comedor, sala de estar, tres recámaras en la planta alta y una en la planta baja.

Con un sombrero de palma y ropa deportiva, Miguel Ángel señaló que fue gracias a la organización de los vecinos que se consiguió la ayuda para la reconstrucción, que inició en noviembre.

“Se formó una asociación que se llama 19 de septiembre, la cual manejó el apoyo del Gobierno Federal. San Gregorio fue el primer pueblo que se unió para que todos los vecinos afectados saliéramos adelante. Nosotros pedimos que nos ayudaran”, declaró.

Atrio de la Iglesia de San Gregorio derrumbado después del sismo del 19 de Septiembre de 2017. FOTO: David Nicolás.

 

Sobre si ya tiene un plan de evacuación ante un sismo, contesta de manera afirmativa: “Si en estos momentos nos agarrara aquí, si empezara a temblar, lo único que haríamos es salirnos al patio, porque si tú ves, el callejón está muy estrecho y si salimos corriendo es ver qué pasa con nosotros, si nos viene la barda encima. Aquí ya hay un espacio más o menos donde ubicarnos”.

Con una casa en pie, en medio de un barrio en plena reconstrucción, el señor Serral mira al futuro: quisiera realizar una expansión a la casa, ya que en ella vivirían 6 personas, pero para eso tiene planeado consultar a un arquitecto, debido a que una de las posibles causas del derrumbe de los hogares fue la mala estructura con la que contaban.

 

Sergio Sánchez