Desde hace más de 23 años Leticia Herrera Díaz ha tenido en sus manos la alimentación de la colonia Insurgentes Mixcoac. Haber probado alguno de sus antojitos es casi requisito para graduarse de las escuelas cercanas a su puesto, incluyendo la Universidad Panamericana. Las experiencias que ha acumulado con el tiempo esta cocinera, mejor conocida como doña Lety, son tan exquisitas como su comida.

Doña Lety preparando una tortilla en su puesto / Foto: Pamela Martínez

Doña Lety preparando una tortilla en su puesto / Foto: Pamela Martínez

Su puesto se ubica en la esquina de las calles Goya y Poussin. En él se venden flautas, quesadillas y pambazos, entre otros platillos. Desde media cuadra antes de llegar se percibe el olor a masa frita que derrite a cualquier mexicano. El lugar consta de una mesa, un comal y una freídora colocados uno a lado del otro sobre la banqueta. La mesa es un mundo de pequeñas cubetas llenas de guisados, masa, crema, queso y, obviamente, salsa. El poste de un letrero de “No estacionarse” separa la mesa y las planchas donde se calienta la comida. Al mismo tiempo, sirve como soporte para la sombrilla con la que doña Lety y su equipo se protegen del clima.

Otro elemento característico de este comedor callejero es la sonrisa de quienes atienden. Doña Lety siempre está de buen humor y trata a sus clientes con la misma familiaridad con que se trata a los amigos.

«Es que mis papás eran muy alegres. Mi mamá era muy risueña y mi papá también. Además siempre me ha gustado tratar con la gente».

No es raro que las demás personas que le ayudan sean igual de agradables. Son su familia. Su hermana Lucha, su esposo, sus dos hijos y su nuera conforman su equipo de trabajo. Todos están estrechamente relacionados con aquella pareja feliz.

«No me gusta trabajar con gente que no es de la familia. Lo he hecho antes y nos han alejado a los clientes. Muchos son enojones y tratan mal a la gente».

Entre la herencia de su madre también se encuentra la habilidad para cocinar. Fue precisamente ella quien inició a doña Lety en el negocio un 17 de septiembre hace 27 años en la colonia Lomas de Puerta Grande, de la delegación Álvaro Obregón.

«Empecé porque mi mamá vendía. Me gustaba, aunque no sabía cocinar nada. Un día me dijo ‘Hija, se va a abrir un mercado. ¡Vámonos a vender!’ y de ahí me solté».

Después de tres años y medio ejerciendo en el lugar, el proyecto del mercado no se concretó. A eso se debe que doña Lety haya mudado su puesto a la zona donde hoy se encuentra.

«Llegué aquí porque se deshizo el mercado. Los de la delegación nos decían que ya nos lo iban a construir y luego que ya no. Nos quitaron a todos e hicieron una primaria. Como todos mis sobrinos venían a las escuelitas de aquí de Mixcoac le dije a mi esposo ‘me voy a bajar a Mixcoac’. Dijo que no. Le daba pena. Pero le dije ‘si tu no vas yo me voy sola’. Al final, sí nos vinimos».

A su llegada ya existía la escuela primaria Leopoldo Ayala, que hoy sigue en funcionamiento. Sin embargo, el edificio ubicado en Goya 35 era una sucursal del Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea en vez de instalaciones de la Universidad Panamericana.

«Nosotros empezamos en donde está el puesto de periódicos sobre Patriotismo. De ahí nos recorrimos para acá, donde estaba la Transfusión Sanguínea. Ya tiene como 14 años que se fueron».

Desde esos primeros años hasta hoy la rutina de esta mujer ha sido la misma.

«Me levanto a las 03:00 a guisar todo yo sola. De 06:30 a 11:00 atiendo el puesto. Mientras, mi esposo y mis hijos se van a surtir a la Central de Abastos y la Merced como a las 10:00. Cuando ellos regresan, nos vamos. Llegando a mi casa lavo los trastes. Lo único que preparo por adelantado, en la tarde, son las milanesas y los tacos dorados. La jornada laboral es muy pesada, pero me gusta. Creo que por eso he aguantado».

Sus ventas son muy buenas. La de milanesas se acerca a los 10 kilos diarios, la de tacos varía entre los 50 y los 100 y la de masa fluctúa entre 15 y 20 kilos, aunque se han llegado a vender hasta 40. Los números más altos se dan en los días de quincena y los jueves de cada semana.

«Los jueves siempre han sido un buen día, desde que llegamos. No sé por qué», dice encogiendo los hombros de manera despreocupada.

Evidentemente, doña Lety dedica la mayoría de su tiempo a la producción de la comida. Sin embargo, eso no significa que su vida no sea una aventura. Entre sus anécdotas más memorables recuerda la ocasión en la que formó parte de una persecución policiaca en su camioneta después de que se implementaran cambios al programa Hoy no circula.

“Yo creí que se podía circular hasta las 06:00. Veníamos en camino con la camioneta cargada y de repente nos empezaron a seguir muchas patrullas. ¡Empezaron a salir de todos lados y nos detuvieron! Registraron la camioneta. Mi esposo se bajó y explicó la situación. Los policías nos comentaron que cuando un carro no circula puede estar en las calles hasta las 05:00, no las 06:00. Al final nos dejaron ir. Los oficiales ahora vienen a desayunar al puesto muy seguido».

Entre risas y bailes asegura que no se olvida de la diversión.

“Yo la paso bien todo el tiempo. Me identificó con mis clientes jóvenes porque a mí siempre me ha encantado el relajo. Sanamente, claro. Me gusta mucho bailar».

Su gusto por el baile y su inigualable habilidad para la cocina han extendido su éxito a otras áreas. Ahora, Doña Lety también ofrece contrataciones para eventos privados. Sin duda, con ella al mando su negocio seguirá creciendo.

“He hecho despedidas de solteros, bautizos, cumpleaños, bodas, primeras comuniones… de todo. Creo que el secreto del negocio es dar siempre igual de bien las cosas. No importa la cantidad, sino la calidad».

Pamela Martínez (@pamm_086) y Paulina Arteaga