A finales de mayo e inicios de junio de 2020, las imágenes de elefantes africanos muertos en Botsuana azotaron las redes sociales y fueron motivo de pánico en diferentes partes del mundo.

Botsuana Albana alberga al rededor de  un tercio de la población de estos mamíferos; por lo que descubrir el motivo de estas muertes lo más rápido posible era fundamental; las imágenes eran sumamente desgarradoras.

Inicialmente se pensó que esto podría ser obra de la caza furtiva, no obstante, los colmillos de marfil de los elefantes seguían en su lugar; la razón era otra, una bacteria. Después de meses de análisis en laboratorios especializados de Sudáfrica, Canadá, Zimbabwe y Estados Unidos los resultados fueron más claros.

The difference between Asian and African elephants - CGTN

Algas Venenosas y la muerte de los elefantes

Las autoridades aseguraron que la causa de muerte de los elefantes fueron las toxinas producidas por algas en el agua, llamadas algas verdiazules. Un total de 330 elefantes fueron víctimas de envenenamiento por la ingestión de las cianobacterias que producían las algas en el fondo de los estanques de los que bebían los elefantes.

Según los científicos, este tipo de acontecimientos se le pueden atribuir al cambio climático, ya que las floraciones tóxicas (las algas verdiazules) se favorecen en el agua caliente. Los altos niveles de estas bacterias pueden producir envenenamiento, lo que explicaría por qué muchos de los cadáveres de los elefantes se encontraban cerca de cuerpos de agua o los bordes de los estanques de los cuales bebían.

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El veterinario principal del Departamento de Vida Silvestre y Parques Nacionales, Mmadi Reuben, clarificó en una conferencia de prensa que las últimas pruebas detectaron que las neurotoxinas cianobacterianas que se encuentran en el agua fueron la causa de las muertes. 

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A finales de junio de 2020, los estanques se secaron y las muertes de más elefantes se acabaron, no obstante, aún quedan dudas de las muertes, ya que los elefantes fueron los únicos animales afectaron y fueron solo los de esa área en concreto.

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Los elefantes africanos están clasificados como vulnerables en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Debido a la caza furtiva y a la destrucción de su hábitat, la población ha sido disminuyendo considerablemente; en el primer Gran Censo de Elefantes realizado en 2016, se reveló que en sólo siete años, de 2007 a 2014 la población se disminuyó en un 30 por ciento. 

La muerte de este gran número de elefantes, es tan sólo uno de los sucesos trágicos que han sucedido a los grupos de animales al rededor del mundo y gracias al calentamiento global. 

7 años para salvar al mundo

Esta semana, el  alcalde de Nueva York, Bill Blasio, permitió que la organización Climate Clock colocara un Reloj Climático en Union Square; este reloj marca la cuenta regresiva del tiempo que nos queda a los humanos para tomar medidas que salven al planeta. El reloj está dividido en los segmentos de años, días y horas que nos quedan para reducir la temperatura del planeta y evitar que supere los 1,5 grados que los científicos establecen como un punto «Sin retorno». 

«Una vez que la temperatura global suba por encima de 1,5 C, nuestras posibilidades de detener el calentamiento galopante y las catástrofes climáticas como los incendios, las inundaciones, las interrupciones en nuestro suministro de alimentos, se verán severamente disminuidas. Esta es nuestra oportunidad de evitarlo”, mencionó Andrew Boyd, artista climático-activista y autor; cofundador de la Cinta Climática y de Beautiful Trouble.

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El reloj ya ha causado una gran impresión al rededor del mundo y se planea colocar más de estos dispositivos en diferentes ciudades. Parecería que la única manera de generar un cambio radical en las poblaciones es mostrar la cruda realidad a la que nos enfrentamos. Nos encontramos ante una emergencia global; siete años es poco tiempo para salvar al mundo, pero sin duda, es una meta que se debe cumplir. La solución está ante nuestras manos y el reloj corre.

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