El 8 de junio del 2020 uno de los más grandes artistas mexicanos del siglo pasado, el maestro Manuel Felguérez murió. Él fue un reconocido pintor, grabador y escultor que logró combinar distintas técnicas y y habilidades en sus obras. Fue ganador de distintos premios a lo largo de su vida, obteniendo el reconocimiento internacional en su ámbito. 

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Manuel Felguérez falleció en la madrugada del lunes 8 en su casa de la Ciudad de México a la edad de 91 años, después de presentar síntomas de Covid-19 durante los últimos 10 días de su vida. Por la misma razón no se podrá hacer un homenaje físico, sino digital y será organizado por Alejandra Fausto, secretaria de Cultura federal. 

¿Quién fue Manuel Felguérez?

El artista realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de México en 1948. Años después estudio en la Academia de la Grande Chaumie y en la Academia Colarossi en París, Francia, gracias a una beca que ganó en la década de los 50.

Durante su estancia conoció a una de sus más grandes influencias, el escultor cubista francés Ossip Zadkine quién trabajaba en la Academia Colarossi en esa época. Gracias a su educación pudo formar su propio estilo, fusionando estilos cubistas, expresionistas, informalistas y geométricas-constructivas. 

Su trabajo contaba constantemente con con figuras geométricas básicas como círculos, triángulos y rectángulos; combinadas para crear un lenguaje propio de Felguérez. 

A su regreso a México se enfrentó directamente con la Escuela Mexicana de Pintura, encabezada por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

Felguérez se volvió parte de la primera generación de artistas abstractos nacionales; llamándose la Generación de Ruptura. Dentro de este grupo de artistas podemos encontrar también Vicente Rojo, Fernando García Ponce y a Lilia Carrillo, con quien Felguérez se casaría en 1960. 

Su carrera cpmo académico lo llevó a ser maestro de la Universidad de Cornell en 1966 y a ser investigador huésped en la Universidad de Harvard en 1975. A partir de 1977 se convierte en investigador del Instituto de Investigación Estética de la UNAM hasta que se jubiló en 1990.

Una trayectoria muy artística

Felguérez ganó la Beca del Gobierno Francés en los 50. Sin embargo, también recibió el Segundo Premio de Pintura en la Primera Trienal de Nueva Delhi, India en 1968, el Gran Premio de Honor en la XIII Bienal de Sao Paulo, Brasil en 1975 por las obras de producto El Espacio Múltiple. En ese mismo año recibió la Beca Guggenheim de la fundación con el mismo nombre, en 1988 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes. Para 1993 fue designado Creador Emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. 

Felguérez se desarrollo en dos vías paralelas: la pintura y la escultura. En el último ámbito fue capaz de combinar la escultura con el mural. Ocupando con eso espacios físicos que habían sido destinados a formas distintas de expresión pictórica. Su obra realiza un estudio práctico y teórico del análisis del espectador según función de colores y formas. 

En los 70, después de su tránsito del informalismo hacia las tendencias herederas del constructivismo. Aumenta su interés en el uso de la tecnología en la producción plástica y realiza dos proyectos: El Espacio Múltiple La Máquina Estética. Posteriormente en los 80s abandona su trabajo con la computadora para regresar a las prácticas tradicionales, en donde se desarrolló hasta el final de sus días. Siempre brincando entre el constructivismo y el expresionismo. 

Octavio Paz una vez dijo:

 «Las proposiciones de Felguérez no nos entran por los oídos sino por los ojos y el tacto: son cosas que podemos ver y tocar. Pero son cosas dotadas de propiedades mentales y animadas no por un mecanismo sino por una lógica.»

A lo largo de su vida Manuel Felguérez innovó en nuevas técnicas para crear arte, llevando a México hacia la vanguardia artística internacional. Su fallecimiento dejan un hueco en el mundo del arte que será muy difícil de llenar. Sin embargo, debemos de preservar su legado de la mejor manera posible; observándolo, analizándolo y viviendo su arte aún cuando él ya no esté.