Imagen: www.jordipizarro.com

¡Que se enamoren!

Éste es el consejo que Jordi Pizarro –en entrevista para oscarenfotos.com– da a quienes se inician en la fotografía. Con sólo 30 años Pizarro ha construido una carrera a partir de su pasión: contar historias con imágenes. Originario de Barcelona, se ha establecido en India y ha logrado colocar su trabajo en reconocidos medios internacionales. ¿El secreto? Que él también se enamora, incluso de una isla…

El fotógrafo contó a alumnos y profesores de la UP cómo fueron sus inicios en la fotografía y compartió la historia de algunos de sus proyectos más destacados, todo esto en una conferencia que ofreció el 9 de noviembre como parte de la FotoWik 2015.

Ahora, cuando está establecido en India y trabaja para medios internacionales, Jordi recuerda que el inicio fue complicado. Después de colaborar con medios de comunicación españoles encontró un camino en la fotografía de boda hasta que se colocó en un periódico, en el que trabajó por más de dos años. “Estuve haciendo fotos cada día, de arriba para abajo con la moto… esa presión es buena porque te pones las pilas; aprendí a trabajar de forma rápida y es algo que he aplicado a lo que hago”, afirma.

Sin embargo, las fotos que hacía eran imágenes que funcionaban bien autónomamente pero que no contaban una historia. “Cuando encuentras un tema interesante y trabajas para un medio, no tienes el tiempo para poder desarrollarlo por el deadline y porque el timing es muy rápido”, explica. Pizarro tomó entonces la decisión de trabajar como freelance y ahora, aunque hace encargos, trabaja en proyectos personales y tiene la libertad de desarrollar una línea de trabajo propia, proyectos de largo aliento fuera de las redacciones.

14,4 km

Su primer reportaje fue cerca de casa, en Marruecos. Explica: 14.4 kilómetros separan a este país de España y son el escenario de la producción de mariguana, de la que vive mucha gente –aunque los que la cultivan ganan muy poco y quienes realmente hacen dinero son la mafia y la policía–.

Jordi documentó desde el trabajo en las plantaciones y los procesos en las fábricas, hasta la labor de la policía. Por la naturaleza peligrosa y hostil del tema no aparecen en sus imágenes los rostros de los narcotraficantes. No había, cuenta, una documentación visual reciente sobre este tema, a pesar de eso nadie en España quiso publicar el proyecto, aunque sí se difundió en otros países.

Roberto y Sambhav

Este trabajo retrata la historia de Roberto y Sambhav, quienes soñaban con viajar a España para casarse pues en India las relaciones entre homosexuales fueron declaradas ilegales. Jordi cuenta que pudo hacer fotografías con un enfoque personal e íntimo, algo que además tenía que buscar al tratarse de un tema que podría no ser tan visual como el de tráfico de mariguana. “Tienes que buscar cierta intimidad, un juego de luces y sombras para hacerlo más atractivo”, asegura.

Aunque Roberto y Sambhav se divorciaron hace poco, Jordi quiso continuar el reportaje por su cuenta. Platica a los alumnos que además de proponer historias a medios con los que ya ha trabajado busca becas de periodismo para financiar proyectos de más largo plazo.

The Believers

Jordi inició este proyecto hace cerca de cuatro años y aún no sabe cuándo acabará. Es, dice, un reportaje mirando hacia el interior. Consiste en retratar a comunidades religiosas del mundo, en un intento por entender la necesidad que tiene el hombre de creer.

Cuando inició The Believers el objetivo era hacer capítulos –uno por país– pero ahora el proyecto culminará con la publicación de un libro. Es interesante que, además, el fotógrafo graba sonidos de cada país que visita para hacer un trabajo multimedia, pues existen ceremonias o ritos que además de ser muy visuales, son una experiencia auditiva muy fuerte.

Como parte de su viaje a México Jordi aprovechó para visitar Oaxaca durante la festividad del Día de Muertos.

India Acid Survivors

Jordi leyó esta historia en un periódico local: cuando Laxmi tenía 15 años fue atacada con ácido por rechazar un matrimonio con un hombre de 32 años, lo que casi le cuesta la vida.

El fotógrafo explica que según distintas organizaciones se estima que en un año cerca de mil mujeres son víctimas de ataques con ácido. Además del sufrimiento físico, las mujeres no son vistas como víctimas sino como culpables y pueden pasar dos o tres años sin salir de casa. Pero Laxmi salió: hizo una hielga de hambre, llamó la atención de medios de comunicación y cuando Jordi la conoció ella había montado ya una pequeña ONG para ayudar a otras mujeres. Gracias a esta organización Jordi obtuvo contactos para documentar este tipo de violencia. En su proyecto aparece una fotografía de cada mujer antes del ataque –excepto en el caso de Neetu Mahaur: se muestra un papel con en el que se lee “después de mi ataque rompí todas mis fotografías”– y un retrato después del ataque con un fondo negro y luz natural.

Jordi está convencido de que como periodistas hay que hacer trabajos sobre estos temas para crear reflexión en la sociedad.

Aunque el proyecto ha recibido premios y ha sido reconocido a nivel periodístico, no ha tenido buena difusión.  “Empecé a hacer esta serie de fotos y a mandarlo a medios de comunicación y lo han publicado cero periódicos en todo el mundo. Aquí hay un problema: los medios de comunicación ya hace demasiados años que se han vendido a la gente de poder, han dejado un gran vacío y creo que hay muchas historias que ya no pasan por los medios de comunicación tradicionales”, narra Jordi, y continúa, “esto no está hecho para que lo vea un grupo de mil fotógrafos internacionales, sino para que llegue a la sociedad”.

Después de esto Jordi decidió dar continuidad al proyecto: “Mi cabreo fue tanto que decidí hacer este documental, es un documental muy duro donde ellas hablan contando esas historias, donde han estado tres años sin poder mirarse a un espejo, tenían miedo la primera vez que se miraron en un charco de agua”.

El documental saldrá bajo licencia creative commons. Jordi destaca que gracias a la labor de Laxmi ahora la venta de ácido es controlada, lo que supone que el número de ataques disminuya.

Good things come together

La aldea Kodinhi, en India, es un misterio. Dicen que es por el agua que nacen ahí tantos gemelos. Jordi leyó sobre este lugar también en un periódico local y decidió emprender el viaje. Ahí encontró una iglesia cristiana con unos santos gemelos, a la que empezaron a llegar gemelos vestidos iguales. “Son esas cosas de la fotografía que suceden mágicas, un regalo de la vida”, comenta. Detrás de esta iglesia hizo una serie de retratos de gemelos. Cuenta que incluso hay gemelos que buscan gemelas para casarse y que no hay una explicación científica de por qué hay tantos gemelos.

“Es un reportaje bonito que se ha vendido en todo el mundo en los mejores diarios”. Para Jordi es importante encontrar un equilibrio entre estos proyectos y temas como el de las mujeres que sobrevivieron a ataques con ácido.

A story of a dead Horse

No sé si te puedes enamorar de una isla pero, si se puede, me enamoré”. Así comienza Jordi a hablar sobre este reportaje en el que trabaja desde hace un año. Explica que quería hacer algo sobre el cambio climático, por lo que buscó una pequeña historia.

Encontró que la isla Ghoramara ha perdido cerca de 75 por ciento de su territorio en los últimos años y se calcula que desaparecerá por completo en 12 años como máximo.

Este trabajo, cuenta Jordi, fue todo un reto por las condiciones mismas de la isla –no hay agua potable, ni electricidad, ni hospitales– y también por la falta de acción.

“No tienen medios, relata Pizarro, su lucha es con más corazón que cabeza… es luchar contra la naturaleza, pero la naturaleza siempre gana, ¿no?”.

Jordi ha viajado seis veces a la isla, con estancias de cinco a seis días. Para poder hacerlo consiguió una beca. El reportaje fue publicado el 12 de noviembre en The New York Times y tiene también la idea de hacer un libro. “Seguiré fotografiando (a la isla) hasta que desaparezca, no lo sé”, finaliza.

Marcela Méndez