Como cada 12 de diciembre, miles de peregrinos llegan hasta la Basílica de Guadalupe para estar tan sólo unos instantes frente a la imagen de la morenita del Tepeyac. Mujeres con niños en brazos, niños, jóvenes, discapacitados, ancianos… todos caminan desde diferentes lugares de nuestro país, mientras la Virgen de Guadalupe espera que la visiten allá en el cerrito.

Este 479 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe nos permite ver historias de vida y la fe que un pueblo entero ha depositado en ella; además, la Guadalupana se ha convertido en una imagen que nos identifica como mexicanos y nos da un sentido de unidad.  No importa si hay que empeñar la plancha, el camión, el burro o las vacas, la gente llega hasta la imagen de la Virgen para ofrecerle, ya sea en agradecimiento, o para rezarle o para hacerle una petición.

Es sorprendente ver desde dos días antes miles de peregrinaciones, que conforme se acerca el 12, incrementan. En las calles que conducen a la Basílica puedes ver  desde el camión repleto de arreglos florales, papel picado, música y mantas con la frase “Viva nuestra madre de Guadalupe”, hasta el hombre con guaraches de llanta con un hayate corriendo con una antorcha en la mano.

Estos peregrinos enfrentan hambre, frío, el peligro de ser atropellados o de sufrir caídas pero… ver los que transitaban por las calles los apoyaban, hacían sonar las bocinas de los automóviles, les daban agua y comida, les otorgaban el paso en la calle, ese es el verdadero sentimiento de unidad, de humanidad, de hermandad, que en nuestro país existe y esto fue una muestra.