La muerte parece una completa contradicción: es ajena y a la vez cercana. La vida y la muerte van de la mano, pero eso no significa que uno esté preparado para enfrentarla.

Las pérdidas son difíciles, especialmente cuando se trata de un ser querido; sin embargo, existe gente como María Eugenia Nolan que se especializa en ayudar a que las personas vivan este proceso con paz; se trata de los tanatólogos.

El duelo

Las pérdidas son seguidas por un estado denominado “duelo”, el cual se produce como resultado del fallecimiento de una persona amada o incluso algo cuyo significado era importante para uno.

“El duelo es un proceso normal de recuperación de una persona después de una muerte. Es una respuesta emocional ante una pérdida, tu reacción y hay que vivirlo, hay que sufrirlo”, explicó Nolan en entrevista.

De acuerdo con el Instituto Mexicano de Tanatología, una pérdida es psicológicamente traumática, por lo que causa un dolor significativa en la persona que está en duelo.

Por otra parte, es esencial que la persona lo viva con el fin de mejorar de acuerdo con Nolan: “Es un proceso adaptativo a una nueva realidad y hay que vivirlo porque si te quieres ahorrar el duelo, la vida te lo cobra”.

A pesar de que es un proceso común en el ser humano, cada persona lo vive de una manera diferente. De acuerdo con la tanatóloga argentina el duelo es individual, una persona lo debe vivir sola; por otro lado, es posible dividir las fases del duelo para establecer puntos en común del proceso entre diferentes individuos. De acuerdo con la doctora Elisabeth Kübler-Ross, considerado por el Instituto Mexicano de Tanatología como una de las más importantes especialistas en el tema, existen cinco etapas que conforman el proceso.

Negación

La negación es definida como una defensa temporal para la persona en duelo.

“Se inicia en el momento de fallecimiento de la persona, es como un shock emocional. La persona tiene incapacidad por comprender”, explicó Nolan.

Ira o enojo

La experta mencionó que en esta fase el dolor se siente con una mayor intensidad, por lo que la persona se siente peor. El Instituto Mexicano de Tanatología describe el proceso como una rebelión contra la realidad, en la cual la gente se pregunta “¿por qué yo?”.

“La persona (…) tiene mucha irritabilidad, como rabia; es como que siente miedo y eso lo canaliza a través del enojo hacia los demás”, describió la tanatóloga.

Negociación

Esta etapa se basa en la manera en que la gente busca posponer o retrasar el tiempo. Involucra la esperanza que la persona tiene para poder vivir más tiempo, como si quisiera dejar a un lado la muerte hasta que resuelva todo lo que tiene pendiente. De acuerdo con el instituto la gente tiende a tener acercamientos a su religión en esta etapa, pues puede que la persona apele a su deidad para pedir más tiempo de vida.

Depresión

La cuarta etapa del duelo trata del momento que la persona tiene conciencia de la muerte misma y comprende lo que pasa. En consecuencia, se puede aislar y sentir una profunda tristeza.

“Hay quienes hablan de depresión, pero habría que distinguir lo que es la depresión como una enfermedad, porque (…) habría que consultarlo con un psiquiatra”, recalcó Nolan, egresada del Diplomado de Tanatología por el Colegio Monteverde. “Hay un profesional especializado para eso que lo tiene que evaluar, y en su caso, dar un tratamiento”.

Agregó que es importante que se avance a la siguiente etapa, pues de lo contrario no se puede vivir de manera sana el duelo. Por otro lado, es importante que aquel en duelo viva la tristeza para poder procesarla de manera adecuada.

Aceptación

La etapa final del duelo consiste en que la persona sienta paz. La entrevistada dijo que el sujeto en duelo comienza a aceptar el hecho de que no puede cambiar nada, acepta el pasado y avanza.

“Comienza a pensar en sÍ misma, a retomar el control de su propia vida, a tener un proyecto”, explicó. Los sentimientos negativos y el dolor físico que puede sentir desaparecen.

Las cinco etapas descritas pueden no ocurrir de manera ordenada, incluso hay quienes no pasan por algunas de ellas. Esto se debe a que el duelo es completamente individual, por lo que también cada persona se toma un tiempo diferente para procesarlo.

 

La muerte esperada e inesperada

El acercamiento que una persona puede tener hacia la muerte es variado. En ocasiones, hay quienes se preparan para una partida, ya saben que se acerca; por otra parte, hay otros que deben enfrentarse a la pérdida de una vida inesperada.

“Es la muerte más egoísta, porque esta muerte no permite que los demás se despidan”, opinó Nolan. Ella mencionó que el duelo en este caso puede ser más difícil que cuando se trata de un fallecimiento previsto. Incluso la manera en la que una persona muere puede agravar el proceso.

En contraste, un doliente puede prepararse antes de que una muerte ocurra cuando ya se espera. “El doliente primero acepta que la persona se va a morir, porque lo está viendo (…), segundo, la persona que muere, que sabe que va a morir, puede dejar orden en sus cosas y esto alivia a sus familiares”, aseguró Nolan. Este proceso es el que permite que se realice el duelo con mayor facilidad.

La muerte en nuestra vida

Los tanatólogos también se dedican a ayudar que los dolientes generen su propio sistema de creencias sobre la vida y la muerte. Según el Instituto Mexicano de Tanatología este proceso ayuda que la muerte no se perciba como una fantasía o castigo, sino como una parte natural de la vida.

“La creencia que la persona tenga acerca de la muerte va a influir mucho en la forma que sobrelleve la pérdida de un ser querido”, afirmó Nolan.

Incluso, la cultura en la que una persona se desenvuelve puede afectar la manera en que sobrelleve el duelo. “Si culturalmente la muerte es algo de lo que no se habla (…) te va a costar mucho más afrontarla”, expuso la argentina.

Mencionó que hay culturas que te dan más herramientas para enfrentar el duelo que otras; un ejemplo que citó es el Día de Muertos, en el que el pueblo de México acepta la muerte como un proceso natural de vida.

A pesar de que una persona cuente con un sistema bien establecido de creencias, va a pasar por el proceso de duelo. “Tenemos emociones, tenemos sentimientos, la tristeza es inevitable” dijo Nolan. Ella explicó que a pesar de que uno encuentre paz en el hecho de que algún ser querido haya muerto, extrañará su presencia.

La compañía en el duelo

Si bien el duelo es un proceso individual, uno puede apoyar de cierto modo a alguien que esté pasando por él. No se trata de que viva el duelo por la otra persona, sino de escuchar y dar compañía en un proceso tan solitario como ese.

“Acompañándolo, escuchándolo, ya es una manera de ayuda; no presionarlo (…) para que te cuente cosas si él no quiere”, aconsejó María Eugenia Nolan.

Otro consejo que otorgó fue que se le facilite al doliente hacer deberes. Este tipo de ayuda más práctica puede colaborar en el avance del proceso de duelo. Permitirá que la persona se concentre en su bien emocional al no tener que hacerse cargo de otros deberes.

Pide ayuda

La pérdida es un proceso que en ocasiones no se puede vivir solo y se requiere ayuda de un especialista. Existen instancias a los que uno puede acudir en caso de que se desee, los principales ejemplos son el Instituto Mexicano de Tanatología y la Asociación Mexicana de Tanatología.

Asimismo, existen fundaciones especializadas en determinados tipos de pérdida, como la Fundación Acompaña, que se enfoca en ayudar a padres de familia cuyos hijos han fallecido. La Sociedad Española e Internacional de Tanatología cuenta con un directorio de algunas fundaciones en México a las que se puede acudir, da click aquí para conocerlo.