Aurelio González y Carlos Vázquez se encontraban en el albergue montado en el deportivo Magdalena Mixhuca de la Ciudad de México el 11 de noviembre pasado. Separados por menos de 300 metros, uno estaba de paso en busca del sueño americano, mientras que otro pedía que los mexicanos recibieran la misma atención que los centroamericanos.

Aurelio González partió de Guatemala junto con la caravana migrante a finales de octubre. Él, al igual que 4 mil 500 migrantes centroamericanos, se refugiaba en la Magdalena Mixhuca desde hace unos días.

Foto: Sebastián Escárcega

Aurelio, quien es padre de Rogelio, Adolfo, Alexis y Michael, cuatro niños menores de 10 años de edad, trabajaba en su país de origen como jornalero y ganaba 40 quetzales al día, aproximadamente 105 pesos mexicanos.

Este sueldo no era suficiente para mantener a los pequeños, por lo que optó junto con su esposa, Verónica, por iniciar la ruta por suelo mexicano para buscar mejores opciones en Estados Unidos: “Es una decisión muy fuerte, primero que todo es la salud de ellos. Allá no hay donde llevarlos al hospital, ni alcanza para pagarles sus estudios.”

“(El camino) está duro, caminamos como 20 o 19 kilómetros por día”, comentó Aurelio. “Aunque los camioneros y la gente que trae sus carros nos dio ride.

En el albergue de la Magdalena Mixhuca, montado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las autoridades de la Ciudad de México, los migrantes reciben atención médica y dental, así como alimentos y  asesoramiento jurídico.

Migrantes centroamericanos explican la ruta a seguir para llegar a Estados Unidos | Foto: Sebastián Escárcega

Migrantes centroamericanos explican la ruta a seguir para llegar a Estados Unidos | Foto: Sebastián Escárcega

Fuera de este centro humanitario, el señor Carlos Vázquez, un indigente originario de Baja California, se encontraba pidiendo alimentos, pues aseguraba que en el albergue se estaba desperdiciando mucha comida.

“Los fotógrafos solo vienen aquí para decir ‘miren, le tome foto a un migrante en peligro’ y ganar premios”, dijo Carlos Vázquez, cuando le pregunté si podía fotografiarlo. Luego de una conversación de aproximadamente 20 minutos, cambió de opinión: “Tómame las que quieras, pero que se vean mis huaraches.” | Foto Sebastián Escárcega

Carlos, de aproximadamente 50 años de edad, escribe poemas sobre los distintos lugares de México en los que ha estado. Asegura que su trabajo, el cual tuve la oportunidad de hojear, está compuesto de 60 obras.

Su sueño es que la SEP publique sus escritos como parte del programa de estudios: “Me gustaría que Andrés Manuel López Obrador haga un libro con mis poemas, para que los niños que no tienen oportunidad de viajar puedan conocer otras ciudades de México.”

Sin embargo, mantiene una postura crítica frente a todo lo que representa el albergue, pues asegura que el gobierno mexicano está facilitando servicios a los migrantes que no otorga para los ciudadanos de este país que más lo necesitan.

“Ahí (en el centro de la Ciudad de México), nosotros vivimos entre la mierda, no porque nos guste, sino porque no tenemos baños. ¿Has visto la cantidad de baños que tienen aquí? (…) No sé con quién quieren quedar bien, pero con el pueblo no están quedando bien”, externó Carlos.

Foto: NTX – Óscar Ramírez

Por otra parte, aseguró que su protesta no es en contra de la caravana, en sí misma. Comentó que espera que los migrantes lleguen con bien a su destino, que puedan superar el camino para Estados Unidos, y en caso de que vuelvan, serán recibidos con las puertas abiertas en México.

Hasta el momento, la Nueva Administración ha pedido a los mexicanos solidaridad con la caravana que partió de la Ciudad de México entre el viernes y sábado pasado; sin embargo, no se ha pronunciado respecto a las críticas que buscan que se les den los mismos apoyos a los ciudadanos locales en condiciones de pobreza.