La bailarina internacional, Alicia Alonso, falleció el 17 de octubre del 2019 a los 98 años de edad en La Habana. La única latinoamericana en tener el título de prima ballerina assoluta (otorgado a las bailarinas más excepcionales), murió a las 11:00 horas locales. Alonso, a pesar de de su avanzada edad, seguía activa al frente del prestigioso Ballet Nacional de Cuba (BNC). La bailarina estaba internada en el prestigioso Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas, por distintas complicaciones de salud. 

[twitter id_twitter=»https://twitter.com/DiazCanelB/status/1184877266796531713″]

Muchos recuerdan a la bailarina por su cuello de cisne, su disciplina y temperamento. Sus giros virtuosos seducían al público, así como su exigencia como coreógrafa, repitiendo los movimientos en busca de la perfección.

Otros la recuerdan como la gran dama que entregó su alma a la Revolución del fallecido Fidel Castro. Esa legendaria mujer que se codeaba con reyes, poetas y políticos. Cabe mencionar que fue con el apoyo de Fidel que su escuela creada en 1948. 

Alicia Alonso, una vida dedicada al baile

Alicia Alonso nació el 21 de diciembre de 1920 en La Habana, donde comenzó en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical en 1931. Poco tiempo después continuó su formación en Estados Unidos, en la School of American Ballet, ahí coincidió con profesores de la talla de Enrico Zanfretta y Alexandra Fedórova.  A los 17 años sufrió un desprendimiento de ambas retinas y tuvo que ser operada en varias ocasiones, esto la obligó que se guiara por las luces de los escenarios. Incluso, ya ciega y con casi 73 años, bailó de puntillas en noviembre de 1993 en el 50 aniversario de su primera Giselle.

Comenzó su carrera en 1938 trabajando en Broadway en comedias musicales como Great Lady y Stars in your eyes. Un año después ingresó en el American Ballet Caravan, luego llamado el New York City Ballet. A partir de ahí despegó como bailarina principal, fue miembro del Ballet Theatre of New York en 1940. Actuó en obras como Undertow, Theme and Variations, que interpretó por numerosos países. En esa etapa trabajó junto a Michel Fokine, George Balanchine, Léonide Massine, Bronislava Nijinska, Antony Tudor y Agnes de Mille, entre otras significativas personalidades de la coreografía del siglo XX.

Rompiendo barreras en el mundo

Alonso nunca olvidó su tierra natal, regresó en 1948 y creando su propia compañía: Ballet Alicia Alonso. Siendo la primer compañía y academia profesional en Cuba, que en 1955 se llamó Ballet Nacional de Cuba (BNC). Entre 1955 y 1959 fue participe en los Ballets Rusos de Montecarlo. Esto la convirtió en la primer representante americana en bailar en el Bolshoi y el Kirov en los teatros de Moscú y Leningrado (ahora San Petersburgo)

Representó a los clásicos con las grandes compañías, actuando en los escenarios más importantes del mundo. Sus coreografías de los grandes clásicos son de fama mundial y se han bailado en otras compañías como los Ballets de la Ópera de Paris con Giselle, Grand Pas de Quatre o La bella durmiente del bosque, la Ópera de Viena y el San Carlo de Nápoles interpretando Giselle, el Real Ballet Danés con Don Quijote y la Ópera de Praga con La fila mal gardée.

Grandes reconocimientos para una gran dama

Reconocida internacionalmente fue llamada Oficial de la Legión de Honor, la más alta distinción que otorga Francia. También contaba con el título de Heroína Nacional del Trabajo de Cuba y la medalla Pablo Picasso de la Unesco. En el 2000 le fue otorgado el Premio Benois de la Danza, así como la Orden José Martí. Fue investida doctora Honoris Causa por la Universidad de la Habana, el Instituto Superior de Arte de Cuba, la Universidad Politécnica de Valencia y por la Universidad de Guadalajara. 

En 1982, México le confirió la Orden El Águila Azteca. Un año después fue otorgada por la Orden Isabel la Católica por el rey Juan Carlos I. 

Alicia Alonso en México

Alicia Alonso se presentó con el Ballet del Teatro de Bellas Artes durante el V Festival Cervantino, en Guanajuato en abril de 1977. Para la entrevista con el investigador Lester Tomé habló sobre la motivación de La era romántica.

“La danza es expresiva de las experiencias de diferentes personas en diferentes periodos.  Esta gala nos remite al pasado, a los inicios del siglo XIX.  Estamos recreando 1830. La actuación reflejará ese periodo y cómo se sintió su gente. Sus bailes y gestos capturaron su forma de expresar las cosas, así como su entorno y forma de vida.  El ser humano quería escapar de la realidad y se veía a sí mismo como todo espíritu”.

El mundo de la danza ha sufrido una de las más grandes perdidas en la historia, sin embargo, su legado permanecerá con nosotros para siempre. Nos queda agradecer por haber tenido a un personaje tan talentoso entre nosotros; sus coreografías, técnicas y demás enseñanzas nos demuestran que la disciplina y el trabajo duro es la única manera de triunfar e intentar alcanzar la perfección. 

[video_youtube url_video=»» description=»»]

AFP